Hoy leyendo la columna de opinión de Roberto L. Blanco Valdés en «La Voz de Galicia», de la que, a continuación, os dejo el enlace, no tuve más remedio que preguntarme:
– ¿Realmente somos tan diferentes?
– Pues sí, lo somos, y quizás es por ello que ésto no está funcionando.
La gran protagonista en estos días es Grecia, cuna de la civilización de occidente y precursora del uso de la razón en la búsqueda de la verdad; hostigada por la canciller alemana Angela Merkel que propone un referéndum en el país heleno sobre su permanencia en el €uro, menoscabando, así, la soberanía de un Estado al que considera poco menos que un protectorado alemán, cuando la celebración de dicho refrendo es competencia «en exclusiva» del Gobierno y del Parlamento de un país que está viviendo su particular «tragedia griega».
Actualmente, Grecia y su descomunal crisis económica es la gran grieta que resquebraja la Unión Europea. También molestan Portugal, España e Italia que arrojan a la luz las grandes diferencias entre el Norte y el Sur de la Eurozona y ponen en duda la viabilidad de la Unión y de la moneda única.
Los tópicos dicen que los «sureños» carecemos de la ética de trabajo y de la disciplina de nuestros vecinos del Norte y que nuestro clima cálido (más adecuado quizás para su dorada jubilación) nos hace ser más vagos y menos disciplinados. Por contra los «nórdicos» son más trabajadores y poseen unas economías más saneadas, es decir, nosotros somos las cigarras y ellos las hormiguitas trabajadoras y aplicadas… aún recuerdo la catástrofe de Islandia en 2008.
Lo cierto es que, desde el punto de vista económico y social, entre el Norte y el Sur existen desigualdades de desarrollo, por un lado hablamos de países con un gran aparato productivo muy tecnológico y por otro de países con una economía basada en los sectores extractivos, la pesca, la ganadería y la agricultura. Cuando hace 12 años Europa estrenó el €uro se pensó que se comenzaba a construir una política europea: había crecimiento, la moneda aportaba estabilidad y había cierto concierto en las políticas europeas. Pero la llegada de la crisis lo cambió todo, las diferencias entre los países salieron a la superficie, los países del Sur no tenían (ni tienen) recursos, instituciones, legislación, políticos, ni conciencia social para cumplir con ciertas obligaciones.
Y es que aunque se llame «cultura europea» por la Historia, las tradiciones y formar parte del mismo continente, en Europa existe una gran diferencia entre la cultura mediterránea o del Sur (España, Italia, Grecia, Portugal y, muy a su pesar, Francia) y otra anglosajona o del Norte (Reino Unido, Alemania, Holanda y los países escandinavos) y una de las principales dificultades a la hora de entendernos la constituyen precisamente esas diferencias que a grosso modo son la diferente percepción que tenemos de factores tales como:
- El valor del tiempo: hay en Europa dos orientaciones, una secuencial (Norte) y otra sincrónica (Sur). Mientras que para un inglés o un alemán la impuntualidad y las pérdidas de tiempo se perciben como una falta de interés o, lo que es peor, de respeto y el hecho de trabajar sin planificación transmite poca profesionalidad, una excesiva planificación y rigidez de horarios genera frustración y desmotivación a un español o un italiano, lo que necesariamente se traduce en menor eficiencia.
- La familia, las relaciones personales y de afecto: es la base en la que se asienta la sociedad mediterránea.
- El poder: en el sur lo dan el dinero, el estatus, las familia, la competencia profesional y la educación; en el Norte países como Dinamarca, Suecia o Alemania tienen sociedades muy igualitarias que minimizan las diferencias sociales y de poder, en otros como Reino Unido se aceptan con total normalidad importantes diferencias de clases. Por ello, en el Sur el Estado es paternalista, mientras que en el Norte se fomenta la democracia y la participación.
- Control de la incertidumbre: donde más se controla es en las sociedades mediterráneas que desarrolllan mecanismos para reducirla a través de la ley, la tecnología o la religión (factor este muy importante ya que marca nuestra actividad y nuestro calendario laboral).
- Estilo de comunicación: en los países del Norte la comunicación es clara y explícita, en los del Sur es un arte, más ambigüa, sutil e indirecta, la comunicación no verbal, el contacto físico, los silencios, la entonación etc tienen mucha importancia.
Estas diferencias culturales son tan importantes que ocasionan, en muchos casos, conflictos culturales que pueden comportar el fracaso de las negociaciones entre países.
Por ello Europa se enfrente a dos nuevos retos: ADAPTACIÓN y TOLERANCIA.
(Como dice ese famoso spot publicitario de una conocida marca de cerveza: «A veces necesitamos un poco de Sur para poder ver el Norte»).