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Cuando doy un paseo, por A Coruña o Pontevedra, veo que cada vez hay más tiendas cerradas y los locales comerciales, ahora, están en venta o en alquiler.

Algunas, llevaban ahí toda la vida, al menos toda la mía. Eran parte de la ciudad, de mis recuerdos de infancia y de mi vida. Pero un buen día te topas con el escaparate vacío, te das cuenta de que ya no estarán más y te embarga la nostalgia.
Otras eran de más reciente apertura, pero su final ha sido el mismo, cristales tapados, puerta cerrada y persianas bajadas.

Esto viene siendo lo habitual desde que se inició la crisis económica y España y Europa entrasen en recesión, los locales comerciales de nuestras calles muestran tristes y, a veces, humillantes carteles pegados a sus cristales que anuncian “SE VENDE”, “SE ALQUILA” o “SE TRASPASA”.


La lista de bajas es larga y cuando uno recuerda determinados establecimientos siente mucha pero que mucha lástima…

Lo peor es que, en esta Galicia y en esta España nuestra de PYMES, por cada tienda o negocio cerrados se pierden de media 5 empleos (dos autónomos, los propietarios, y tres trabajadores por cuenta ajena), lo cual agrava el problema.

El panorama no resulta muy alentador en el corto plazo ya que algunos comerciantes que llegan a la edad de jubilación traspasan sus negocios y otros deciden no seguir en su actividad, debido a la recesión, y tirar de los ahorros acumulados en los años de bonanza.

La culpa de todo la tiene la crisis, puta crisis, día sí y día también la socorrida palabreja…, a los políticos se les llena la boca hablándonos de ello todos los días, ellos son los que manejan las estadísticas y ellos son los que nos han llevado a esta situación, ellos son los que han permitido la especulación con un bien básico: “la vivienda digna” que la Constitución proclama como derecho de todos los españoles, hasta que la burbuja ha estallado y nos ha salpicado toda la mierda, mientras ellos se llenaban los bolsillos con las comisiones del ladrillo.

Es una desgracia en pequeñas ciudades como las nuestras donde las únicas especies conocidas son el funcionario y el pequeño empresario y sus empleados, esos que ven como cada día menos gente se anima a comprar, viendo, así peligrar su trabajo, y, con él, su futuro y bienestar.

Ilusiones perdidas por culpa de políticos sinvergüenzas y sindicalistas con Rolex, que ignoran el esfuerzo realizado por cientos de personas, de nuestros vecinos, durante tantos años ¿para qué? para ver como el consumo se desploma porqué la gente ya no tiene dinero, que tienen que cerrar sus tiendas, porqué ya no hay empleo, la única solución viable, promover el empleo para, así, reactivar la economía, ¿cómo? el Gobierno de España no tiene ni idea, de hecho la reforma laboral no plantea ni una sola medida tendente a ello, simplemente se limita a facilitar el despido, por su parte los sindicatos convocan una huelga general que yo me pregunto ¿es conveniente en un momento tan delicado? mucho me temo que no…

Mientras muchos otros seguirán bajando las persianas.

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